miércoles, 3 de septiembre de 2008

IRA: CUANDO LA SANGRE SE TE SUBE A LA CABEZA

Cuando en determinadas circunstancias no controlamos nuestras emociones, perdemos la paciencia y nos dejamos llevar por la ira, respondemos de forma equivocada lo que conduce a un descontrol que puede desestabilizar y provocar muchos trastornos en nuestra vida. El doctor Roberto Ré, director y fundador de la Red Sanar presenta un informe sobre la ira.

El dicho: Se le sube la sangre a la cabeza hace referencia a aquella persona que, ciega de ira o con dificultades en el control emocional de sus impulsos, presenta una pasión-emoción de extrema labilidad, distorsionada y, en algunos casos, exagerada y violenta.

Las emociones son los elementos básicos de la afectividad, le otorgan a la persona características propias y la conmueve moviendo toda su persona.

En las ciencias de la conducta entendemos la emoción como cualquier movimiento o agitación de la mente en relación con el sentimiento y la pasión y que tiene como respuesta un estado psicobiológico con tendencias a actuar.

Renegar, es muy malo.
El modo de defensa en que el sujeto rehúsa reconocer la realidad de una percepción traumatizante es renegar, y esto provoca un descontrol de toda la persona que puede desestabilizar causando respuestas emocionales que perturban, generando distrés, y a través de él, respuestas nocivas en cascada, que pueden ir desde la violencia hasta la muerte súbita.

El iracundo siempre es una persona insana
Una persona emocionalmente débil es alguien que habitualmente tiende al fracaso de su organización personal rompiendo el equilibrio consigo mismo, con los otros y con el mundo, autoprovocandose un colapso global. Se concreta en las respuestas desadaptativas, que incrementan aún más su distrés. Una personalidad insana empobrece una conciencia saludable, rompe su equilibrio armónico, deforma y fractura su yo, lo pone en estado de tensión insalubre.

¿Qué es el distrés?
Es la reacción-respuesta tensional desadaptativa, negativa, insana y disfuncional de la persona ante una situación o estímulos estresares. Es tensión excesiva que puede llevar a gravísimas amenazas para la salud, como a la perdidad de la armonía de la personalidad y a la ruptura del equilibrio psicoemocional y afectivo.

Tensión nerviosa
A los síntomas del distrés (o estrés negativo) comúnmente los llamamos “tensión nerviosa”, como una forma de banalizarlo, cuando en realidad siempre implica una reacción-respuesta patológica.

La sana emotividad
Las emociones provienen del fondo mismo del instinto y se van expresando en un modelado personal en donde intervienen: el temperamento, el carácter, la personalidad, la cultura y la educación del sujeto único e irrepetible llamado persona humana.

Aunque las emociones son universales, la forma de expresión de ellas es propio de la persona que movida en forma única e irrepetible, manifiesta su identidad con ella y en concordancia con su carácter, temperamento y personalidad como también según la cultura y el contexto social en que se desenvuelve su accionar.

Crecimiento y maduración
Es por eso que el conocimiento de nuestro mundo personal-emocional-afectivo es el punto de partida hacia el crecimiento y maduración.

La sana emotividad promueve el estado de ánimo saludable y conmueve positivamente a la persona generando sensaciones, ideas o recuerdos y suelen traducirse en gestos, actitudes u otras formas de expresión que llenan su vida.
La emoción es una reacción-respuesta, y como tal puede ser educable.

Educación – psicoeducación
El hombre es capaz de afrontar sus emociones, autocontrolarlas y modificarlas positivamente en un proceso de adquisición de habilidades que crea la educación. Este proceso psicoeducativo implica siempre un esfuerzo personal intransferible. Deberá aprender a cambiar integrando respiración-relajación con respuestas graduales de afrontamiento saludable a través de la reestructuración del pensamiento que le permita modificar conductas.

Los pilares de la educación, es decir, aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser, y aprender a convivir son aliados a tener siempre en cuenta. Y así cada uno podrá mejorar su calidad de vida, integrandose con otros para evitar que la sangre no se suba a la cabeza.